Sunday, November 27, 2005

Domingo

La pasé de la csm!!! pero pero pero, AMIGAAAAS, las extrañé (a ti también ricardillo).
Nb: los posts del viernes son, en mayoría, causa de la regla. Ahora soy feliz, otra vez.

Por favor

¿No te encantaría poder parar el tiempo? ¿Que las cosas dejen de pasar por un momento para poder reflexionar tranquilamente sobre ellas? Siempre traté de controlarlo todo, de no abrumarme con muchas cosas. Eso me encerró en una burbuja de la que no podía salir. Hace un par de semanas, ¡plop! la burbuja se reventó. Trato de vivir el día a día, hasta traté de adelantármele. Iba, venía, tomaba las cosas como vinieran, relajadaza. Pero hoy el día a día me alcanzó. Mi cabeza se va llenando de preocupaciones y cosas que hacer, siento que va a estallar. La lista se hace cada vez más larga. Los músculos de mi cuello están tan tensos que sólo quiero echarme un rato y relajarme. Pero ése, es tiempo perdido, tiempo durante el cual podría estar haciendo ese millon de cosas que tanto me ahogan. Déjenme respirar, por favor.

Friday, November 25, 2005

LARRY!!!!!!!

SE CANCELÓ EL ROCK IN BEMBOS, LARRY, LAMPARIN Y TODA SU FAMILIA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! AL DINCHO.

Dierda

Mañana feliz, bajón en la tarde y encima es cumpleaños de mi mamá... a larry con todo. Puede alguien explicarme ¿POR QUÉ? Bu. : (

Wednesday, November 23, 2005

El polilla_ Ziraldo

me gustas mucho, mucho
me gustas tanto, tanto
que si fueras un helado,
yo sería un cucurucho
para estar siempre a tu lado.

Tuesday, November 22, 2005

Carolina (primera parte)

Carolina se levantaba todos los días muy tempranito para ir al colegio. Solo tenía que ir a la cocina y ahí, su mamá la esperaba con su desayuno listo, su lonchera y su mochila. Siempre era lo mismo: un mixto caliente que a Carolina le encantaba y un jugo de papaya con naranja. Después de tomar desayuno le preguntaba a su mamá que qué le había mandado en la lonchera ese día y su mamá siempre le respondía lo mismo: es una sorpresa. A Carolina le encantaban las sorpresas. Después Carolina subía corriendo las escaleras de su casa para ir al baño y lavarse los dientes. Tenía un banquito para llegar al lavatorio porque todavía era muy chiquita y no alcanzaba así nomás. Su banquito era rojo y cuando se subía se sentía como una grande. Se lavaba los dientes hasta que le quedaran muy blancos; a veces le salía un poquito de sangre y su cepillo se manchaba. La primera vez que le pasó eso, Carolina se asustó y llamó a su mamá. Pero ella le explicó que tenía ensillas sensibles y que no era nada. Desde ahí nunca se asustaba. Cuando terminaba de lavarse los dientes, agarraba su escobilla y se peinaba. Le fascinaba peinarse. Su pelo era largo y ondulado. Si echaba su cabeza hacia atrás su pelo podía tocar el piso. Como había aprendido a contar hasta cien, se cepillaba cien veces el pelo hasta que no hubiera ni un solo nudito. Después bajaba las escaleras de su casa corriendo otra vez para que su mamá le pusiera los ganchitos que ese día había escogido. Justo cuando su mamá terminaba de ponerle los ganchos, llegaba su movilidad. Su mamá la acompañaba a la puerta de la camioneta y le daba un besito en la frente, Carolina nunca entendió cómo hacía su mamá para darle siempre el besito en el mismo sitio de la frente. Nunca muy abajo, ni muy arriba, ni muy a la derecha, ni muy a la izquierda. Le encantaba ese besito de todas las mañanas, después su mamá le deseaba suerte en su día y le decía que la quería mucho. Y Carolina, siempre le respondía, yo también. Una vez que la movilidad había arrancado, y como no podía de la intriga, Carolina abría su lonchera a ver qué le había mandado su mamá. Y siempre encontraba cosas ricas y pensaba en cuánto quería a su mamá y en como nunca se lo decía, siempre era, yo también. Y todos los días se proponía, que cuando llegase del colegio iba a ir corriendo dónde su mamá, le iba a dar un abrazote y le iba a decir que la quería mucho. Pero siempre se olvidaba.

Carolina (segunda parte)

Carolina, en la movilidad, no jugaba con los otros niños de cinco años como ella. Primero por que no eran sus amigos y segundo por que según ella, eran unos tontos. Ella prefería soñar. Y se quedaba mirando por la ventana durante todo el camino. Y se imaginaba las historias más insólitas, soñaba con princesas, castillos y dragones. Pero también con hadas y duendes y deseos que se cumplían. Nunca entendía por qué en todas las historias que había escuchado solo había tres deseos. En sus historias había todos los deseos que uno quisiera. Y cuando solo había tres, por que eso también podía pasar, el último deseo siempre era tener todos los deseos que uno quisiera. Cuando no se ponía a soñar, miraba. Miraba la calle y la gente. Había gente tan rara en la calle. Pero lo que más le gustaba eran los perros. Había de todos los tamaños: grandes, medianos y también chiquititos. Y de todas las razas, eran lindos. A veces soñaba que un perrito venía corriendo a la movilidad y se metía por la ventana y se volvía su perro y lo llevaba a todas partes. Otras veces se imaginaba que podía hablar con los animales, y conversaba con ellos, como si fueran personas. Cada vez que pasaba por debajo de un puente, Carolina cerraba los ojos, aguantaba la respiración con todas sus fuerzas y pedía un deseo. Ningún deseo se le cumplió nunca, o por lo menos nunca se dio cuenta. Pero nunca perdió las esperanzas, nunca. Y entonces deseaba un hermanito, o poder volar, o poder ser invisible, o hablar con los animales o millones de cosas mas que una niña de cinco años puede desear. Así se le pasaban una hora de ida y una hora de vuelta en la movilidad. Le gustaba su colegio, estaba en primero de primaria, y era de las más grandes de su patio. Además ya llevaba mochila y tenía cuadernos y le estaban enseñando a escribir y a leer. Se sentía como toda una grande y cuando pasaba por las clases de los más grandes todavía, se quedaba alucinada mirando la pizarra llena de cosas que ella no entendía pero que la maravillaban, y se moría por entenderlas, por saber. En el colegio la pasaba bien, aunque a veces los grandes la molestaban, pero su mamá le había dicho que los ignore y entonces ella hacía eso y entonces ellos dejaban de molestarla. Su mamá siempre tenía razón. Carolina era hija única y por eso a veces, se sentía muy sola, pero siempre se las arreglaba para entretenerse con algo.

Carolina (tercera parte)

Un día que salió con su mamá a hacer cosas de grandes, Carolina vio en la vitrina de una tienda, una muñeca. Era de trapo y tenía muchos colores, los dos botones la miraban como diciéndole, aquí estoy y soy para ti. Tenía la boca roja, en realidad era un pedazo de lana. Su nariz era un triangulito pintado en el medio de su cara. Su pelo estaba echo de lana naranja, y tenía dos trencitas. ¡Carolina! Su mamá había seguido caminando sin darse cuenta de que Carolina se había quedado idiotizada mirando a la muñeca. No decía nada, solo la miraba. Su mamá le tuvo que dar un jalón para que saliera del trance. Carolina estuvo muy inquieta el resto del día, no dejaba de moverse y no se concentraba en nada. Cuando su mamá se hartó y le preguntó que qué le pasaba, Carolina aprovechó para pedirle que le comprara la muñeca. Como su cumpleaños era en un par de semanas, su mamá le dijo que sí. Esa fue la primera vez que Carolina le dijo a su mamá, gracias, te quiero mucho. Y su mamá le dio un abrazo increíble. Nunca le habían dado un abrazo así, estaba tan lleno de amor, que desbordaba y se sintió completa, feliz. Deseó con todas sus fuerzas que ese abrazo durara toda la vida. Los días entre el que vio la muñeca y su cumpleaños se le hicieron interminables. Cada vez que su mamá salía a hacer algo, Carolina le preguntaba si le iba a comprar la muñeca y pero su mamá siempre encontraba la forma de no responderle y se iba. De todas maneras, pensaba Carolina, es para que no sepa cuando la compró y sea una sorpresa. Y se llenaba de emoción y solo quería correr y saltar de la alegría. Ya no podía más. Lo único que quería era tener a su muñeca en sus brazos, y abrazarla mucho, mucho, mucho. Pensaba en ese abrazo que le dio su mamá y quería dárselo a su muñeca todos los días. Tenía tanto amor adentro de ella, que a veces hasta la asustaba y se encerraba en su cuarto como queriendo escaparse de algo que estaba siempre con ella, ella. Por eso anhelaba tanto su muñeca. Vas a ser, pensaba Carolina, la muñeca más feliz y la que más amor va a recibir de todas las muñecas del universo.

Carollina (cuarta parte)

Por fin llegó el día de su cumpleaños. Como todos los años, que solo habían sido cinco, su mamá le dejaba sus regalos en su cama durante la noche. Y cuando ella se despertaba estaba rodeada de globos y regalos y su mamá la miraba con tanta ternura en los ojos que parecía que en cualquier momento se iba a derretir. Carolina abrió todos sus regalos, desesperada. Encontró cosas bonitas. Pero ninguno era su muñeca. No estaba por ningún lado. Solo quedaba un regalo, su corazón latía tan rápido, era una caja rectangular. A Carolina le pareció raro que su muñeca entrara en un paquete tan chiquito, no se dio cuenta que en ese momento su mamá, que no había dejado de mirarla con la misma ternura durante todo ese tiempo, bajó la mirada. Carolina terminó de abrir el regalo y su corazón se rompió como cuando una pelota rompe una ventana al jugar. No era su muñeca. Su mamá se le acerco y le acarició la cara para, al mismo tiempo, secarle la primera lágrima. Y entonces le explicó. Hace dos días fui a la tienda, pregunté por tu muñeca y me dijeron que se habían agotado, que eran echas a mano y que eran únicas. Por supuesto no había tampoco en ninguna otra tienda de juguetes en toda la ciudad. Carolina vio que su mamá estaba apunto de llorar y eso la asustó mucho. Las mamás nunca lloran. Entonces se secó las lágrimas, se tragó toda su desilusión, y dibujó una sonrisa en su cara. No importa mami, gracias. Su mamá sonrió y eso la hizo, por lo menos, un poquito feliz. Estaba desolada, se sentía vacía, extrañaba ese abrazo pero sabía que no iba a ser lo mismo. Después como trataba de disimular su tristeza enfrente de su mamá, trató de olvidarse un rato de la muñeca y se fue al lonchesito, así decían sus tías, que le hacía su familia por su cumpleaños. La verdad no le gustaba mucho por que todas las tías la abrazaban y le daban besos. Picaba. Pero después de todo, la comida era rica. Siempre había sanguchitos y para ella, todos los dulces que quisiera por que era su cumpleaños. Le preparaban los postres más deliciosos y estrambóticos. Las tortas de chocolate tenían fresas y las de fresa, chocolate. Y había bolitas de todos los colores que tenían cada una un sabor único, especial y siempre nuevo. Carolina trató de olvidarse del incidente de la muñeca. Pero era muy difícil. Es que la quería tanto.
(4 de 5)

Carolina (ultima parte)

No entendió bien la explicación que le había dado su mamá hasta unos días después cuando se dio cuenta de que su muñeca era inalcanzable. Nunca iba a ser suya. Sus ojos se llenaron de lágrimas y un sollozo nació en su estómago y fue subiendo y subiendo y justo cuando iba a estallar, su mamá la llamó. Se pasó todas sus lágrimas y bajó a ver qué quería su mamá. Esto le pasaba seguido, cada vez que pensaba en lo inalcanzable. Pero después se mezclaba todo. Los deseos no cumplidos, los sueños que no se realizaban y su muñeca a la que no podía abrazar. Y el llanto se acumulaba adentro de ella, porque siempre que lo iba a soltar pasaba algo y no se podía. Así pasaban los meses y Carolina no se olvidaba de la muñeca. Su mamá no entendía que le pasaba, estaba rara. Un día que Carolina no había querido comer, su mamá la sentó y le dijo que no iba a ir al colegio hasta que no le dijese que rayos le pasaba. Esto sacó a Carolina como del estado en el que se encontraba desde hacía como cuatro meses. Para su mamá el colegio siempre había sido primordial y nunca la dejaba faltar por nada que no fuera fiebre. Entonces se puso a pensar que si le decía a su mamá que estaba triste por lo de la muñeca, ella se iba a poner a llorar como el día de su cumpleaños y se quedó callada. Pero después de una rato se dio cuenta de que si no iba al colegio no iba a ir en la movilidad. No solo sus sueños no se harían realidad, pero ni siquiera iba a poder soñar. Y ahí si salió. Sus ojos se pusieron vidriosos, sintió como se llenaban de lágrimas. Un remolino de todas las cosas que se había guardado durante todos esos meses comenzó a subir hacia su boca y la dejó sin aire. Estalló. Lloró un buen rato mientras su mamá la abrazaba desconcertada tratando de que le explique. Carolina trataba pero se sentía muy tonta cada vez que se le cortaba la voz por el llanto. Y prefirió no hablar hasta dejar de llorar. Así se quedaron abrazadas Carolina y su mamá durante horas hasta que se hizo de noche. Y entre su llanto Carolina se quedó dormida, y poco después, su mamá también.

Monday, November 14, 2005

domingo

Teatro en la mañana, cague de risa. Almuerzo donde mis abuelos, buenaaaazo! Bajon en la tarde, no tan chevere. Nariz tapada en la noche, no dormi bien, malaso. Ah, y me perdi saliendo del colegio... cuando crei que iba a llegar a benavides, estaba en caminos del inca, enfin.

Sunday, November 13, 2005

sábado

Creo que después de hoy podría hacer el tour de france sin problemas... A las 8 de la mañana, al británico, en bicicleta, desde mi casa. Llegué muerta no se como no me quedé jato en la clase. Lo mejor de todo es que al llegar,para dejar mi bicicleta tenia que dejar un documento, asi que dejé mi poderoso, pequeño y amarillito DNI para menores, el señor de la entrada me miró con cara de: bueno pues que vamos a hacer...
Después del britanico que ahora, en vez que durar 3 horas, que ya era un suplicio,dura 3 horas Y MEDIA, me fui a la casa de Jeronimo y casi me atropella un carro, pero de verdad... fue horrible. Yo lo vi pero pensé que iba a parar y el me vió y supongo que pensó que yo iba a parar... Y el muy HDP tiene la concha de gritarme algo que no escuché entre el terror y la rabia. PERO YO TENGO LA PREFERENCIA!!!!!!!!!! él debió parar (como diría ricardillo, mono!) Después de ensayar (hay tres canciones nuevas increíbles) de comer bembos y de jugar pichanga (soy un completo desastre, no sirvo)me fui a larcomar a comer POLLO A LA BRJASA con el negro, M Gakalla. estuvo divertido...el ají del Pardo's chicken es TAN bueno! regrese a mi casa a rogarle a ricardito que me jale al teatro mañana. (Pero yo sé que en fondo se muere de ganas de llevarme, se hace el difícil.)

Friday, November 11, 2005

cuarto punto de vista

MMMMBBBBBAAAAAAYYYYYY, después de una profunda conversación con Tania, he decidido usar támbien mi blog de diario. Y ser el cuarto punto de vista de los que nos pasa a Ricardito, Muriel, Tania y yo. Así que aqui les va pues...
Hoy tuve, de ocho a diez, dos sublimes horas de español con Vidi!!! tan genial. Después fui a ver la entrega de los premios de kangurito. Entré como familiar de mariana... sin comentarios. Le dieron premio a Adrian (para variar) a mariana (champera de mierda) y a Ricardito (TAAAN LIIIINDO!). Recuerdo su cara de desagrado al darle el beso a la pigmea de mierda. Bueno le regalaron una regla poderosísima y un jueguín muy muy tan adictivo. Después me metí a la clase de HEIDI! que es simplemente soberbia, no hay palabras. Me senté con un cabezon que hacia dibujitos de batman. La siguiente clase era de Vidi asi que no pude resistirlo y tuve que quedarme, me gusta me gusta me gusta!!! (a lo kenan y kel con la soda de naranja)si no entienden, preguntenme. El mismo cabezón de mi costado seguía haciendo dibujitos de batman.
Después de unas clases de inglés y canto con el genial Jose Maria (pequeño de 6 años, que aunque no lo crean es mas pequeño que ricardito, creo que por eso le cae tan bien) me dediqué a expresarle mi amor al pequeño, es que no puedo evitarlo. Él se queja pero bien que me tocó la pierna! (se le hizo el día).
Llegué a mi casa, primer intento fallido de hacer tareas. Me quede instalando un programa de matematicas (NOOOOOOOO!) en mi computadora que es taaaaan lenta. Y a las 6 tuve que salir a mi cita con la psicóloga. Hablamos un poco de nada y de nada un poco. La gente cuando camina, debería mirar al frente por que puede venir una BICICLETA!!!!! (casi me estrello con un señor imbecil que miraba al suelo). Llegué a mi casa, otra vez, segundo intento fallido de hacer tareas... la prueba: estoy escribiendo ésto. Creo que ahora si las voy a hacer, el cargo de conciencia sera muy grande.

Thursday, November 03, 2005

Esa sensación

¿Por qué no te atreviste? No es tan difícil, son tan solo unas cuantas palabritas y luego te habrías sentido mejor ¿o no? Ah, es ahí donde dudas, porque si es solo para que tú te sientas mejor sería un poco egoísta ¿ no crees? Muy posiblemente. ¿Te has puesto a pensar en eso? ¿En por qué quieres hacerlo? ¿Y si en verdad hiciese las cosas más simples?
Pero no creo que haya sido eso, porque después de todo, lo que ibas a hacer me parece apropiado. Es sólo dejar las cosas en claro, como para que no haya ‘algo que flota’ y que no deja fluir a las palabras y sensaciones.
Creo que te paralizaste, llegó esa sensación. No como la de Sartre, felizmente, pero ¿quién no la ha sentido? ¿ No sabes a cual me refiero?
Es una sensación que comienza en realidad durante el camino, cuando vas organizando tus ideas.
Una vez que llegas, se multiplica por millones cada segundo y después te sientes tan pequeña e indefensa, como si una ola enorme viniera hacia ti y sabes que no vas a llegar a la orilla lo suficientemente rápido, pero no estas tan cerca como para zambullirte y solo te queda esperar a ser aplastada.
Después, es como si miles y miles de hormiguitas subieran por todo tu cuerpo, inundándote. Y no puedes moverte ni decir nada porque todas las palabras se ahogan en tu boca. Y todas las hormiguitas se concentran en un solo punto en el lado izquierdo de tu pecho, y hacen una fiesta y bailan y saltan muy fuerte, muy fuerte; y sientes que estás flotando pero también te mueres de miedo de caer. Y ese miedo va creciendo y creciendo y cada vez se vuelve más grande hasta transformarse en terror. Y te caes de tu nube. Y comienzas a temblar. Tus rodillas ceden, tus manos sudan, tu temperatura sube y lo inevitable, te pones roja, roja, rojísima. Y lo único que quieres hacer es salir de ahí, correr, gritar, sacar de ti esa frustración de no poder haberlo hecho. Una vez que calmada, y, aunque sigues temblando, llego yo y te pregunto: ¿Por qué no te atreviste? Era tan simple...